Fred: —Ácido úrico puro, no sé cómo me voy a sentir mañana.
Elsa: —Te vas a sentir maravillosamente bien, con el recuerdo de esta noche inolvidable. Está riquísimo tu ácido úrico. Te quiero. ¿También le cae mal el amor a tu cuerpito, de viejecito, frágil y enfermo?
Fred: —Elsa, ¿qué es lo que somos?
Elsa: —Somos una mujer y un hombre hablando de las bondades y de los prejuicios del solomillo.
Fred: —No, me refiero a esto, a nosotros... yo me siento raro.
Elsa: —¿Raro bien o raro mal?
Fred: —Raro.
Elsa: —Bueno, yo quiero saber porque es muy importante para mí decirte Alfredo que no quiero sufrir... pero a mi corazón le están pasando cosas.
Fred: —Hablas como si fueras una adolescente.
Elsa: —¡Pero es que yo soy una adolescente!
Fred: —Sí, eres una niña en un cuerpo de mujer mayor.
Elsa: —Una vieja inmadura.
Fred: —Eres una mujer adorable.
Elsa: —Entonces es raro bien.
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